El turismo masivo ha llegado a la Antártida: ¿por qué esto es un problema?

La regulación del turismo en la Antártida no es efectiva
La regulación del turismo en la Antártida no es efectiva.Pixabay
  • Hasta hace veinte años, apenas 20.000 personas visitaban la Antártida al año, en la última temporada lo hicieron 125.000 visitantes poniendo en peligro su ecosistema

  • El turismo masivo podría poner en peligro el sensible ecosistema antártico provocando daños irreversibles para la flora y fauna del continente

  • ¿Por qué hay que operarse el apéndice antes de ir a la Antártida?

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MadridEn los últimos años, la Antártida ha dejado de ser un destino exclusivamente reservado para los científicos y expediciones de élite para convertirse en un nuevo objetivo de turismo internacional. Un lugar que parecía de lo más inhóspito y de difícil acceso, ahora es visitado cada temporada por miles de viajeros que quieren ver paisajes helados, disfrutar de experiencias únicas y de la posibilidad de poder tener cerca pingüinos, ballenas y glaciares.

Este aumento de la afluencia de turistas ha empezado a provocar serios problemas medioambientales y ha encendido las alarmas de expertos y organizaciones dedicadas a la conservación del continente helado.

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Es evidente que los destinos exóticos se han puesto de moda, y la Antártida ha pasado a formar parte de la lista de lugares que los viajeros más intrépidos quieren explorar. Su auge ha sido impulsado por la facilidad de acceso a través de cruceros turísticos de lujo y la difusión de estas experiencias en redes sociales. La imagen de los turistas caminando entre colonias de pingüinos, nadando en aguas heladas o disfrutando de una copa en medio del glaciar ha despertado el interés de miles de personas, haciendo que se produzca un aumento descontrolado de turistas que quieren vivir la misma experiencia.

Lo que pasa es que este incremento del turismo en la Antártida tiene un coste muy alto. Su ecosistema es extremadamente delicado, cualquier alteración, por pequeña que sea, puede tener consecuencias irreversibles. Desde la contaminación que provocan los cruceros o los propios turistas, hasta la alteración de los hábitos de la fauna local. Todo eso es motivo de preocupación para los científicos y ambientalistas que estudian el continente helado.

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Además, hay que sumarle la falta de una regulación efectiva, ya que, a diferencia de otros destinos turísticos donde sí que existen normativas claras para la preservación del medio ambiente, en la Antártida las reglas son menos estrictas y, en ciertos casos, difíciles de cumplir. A pesar que el Tratado Antártico impone ciertas restricciones, la creciente popularidad del turismo en el continente ha puesto en evidencia la necesidad de medidas más contundentes para poder evitar daños irreversibles antes de que sea tarde.

Ha sido durante las dos últimas décadas cuando el número de turistas que visitan la Antártida ha aumentado de manera significativa. Hasta hace veinte años eran menos de 20.000 personas las que visitaban este territorio helado. Durante la última temporada lo hicieron 125.000 personas. Este incremento ha encendido las alarmas sobre si este continente tiene la capacidad de soportar esa presión turística.

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Impacto del turismo masivo en el ecosistema antártico

La llegada masiva de turistas conlleva riesgos considerables para el frágil ecosistema antártico. Los turistas pueden, sin tener conocimiento de ello, transportar semillas, esporas o pequeños organismos en su ropa o equipos. Esto podría alterar el equilibrio ecológico del continente.

Por otro lado, el uso de productos químicos como son las cremas solares por parte de los turistas pueden liberar sustancias tóxicas en el agua, afectando a la vegetación y fauna marina, sobre todo al kril, la base de la cadena alimentaria antártica.

Además, la simple presencia humana en áreas que no han sido previamente exploradas puede perturbar a especies locales como los pingüinos y focas, las cuales son sensibles a la actividad humana.

Hay que tener en cuenta que la mayoría de turistas llegan a la Antártida en cruceros, lo que hace que las emisiones de carbono aumenten. Esto coincide con el declive de la región por el calentamiento global, incrementando problemas como el deshielo y el aumento de temperaturas.

El “efecto TikTok” y la popularización del destino

Las redes sociales han tenido un papel fundamental en la creciente popularidad de la Antártida como destino turístico. La geógrafa Anne Hardy, de la Universidad de Tasmania, ha identificado el “efecto TikTok”, donde gracias a videos virales de actividades en la Antártida, como baños en aguas termales o fiestas en cruceros, se ha incentivado a más personas a visitar este continente.

Además, debido a esto, el amplio abanico de actividades turísticas en la Antártida se ha incrementado. Maratones sobre hielo, excursiones en kayak, ascensos a montañas y eventos privados son algunos ejemplos de las actividades que se proponen para estos turistas. A este aumento de las actividades se suma que su regulación es bastante limitada, y aunque el Tratado Antártico establece ciertas normativas, el turismo no tiene regulaciones específicas, lo que hace que sea más complicada su gestión y control de su impacto ambiental.

Debido a este problema y para mitigar el turismo masivo, se están considerando varias medidas como obligar a los visitantes a contribuir económicamente a la preservación del ecosistema antártico. Por otro lado, también restringir el número de turistas que pueden visitar la Antártida en una temporada para poder reducir la presión sobre el medio ambiente. Por último, se debe informar a los turistas sobre las prácticas responsables y el respeto por el entorno natural para minimizar al máximo su huella ecológica.

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